Mi amor de verano extranjero

Me dieron el suficiente animo, como para que me auto-obligue a hacer memoria, y buscar en mi cajon de los recuerdos (imaginario) mas historias locas con hombres. Y claro que las hay...

Esta historia, se sitúa en mi querido Mar del Plata. Me atrevo a decir que fue la única noche en la que mis amigas y yo nos mantuvimos sobrias. Y no por sanas, sino porque la noche anterior había sido catastrófica, y decidimos depurar un poco el hígado y ya que esta la conciencia. Resulta que a nuestro lado teníamos un grupo de muchachos sumamente alocados. Al principio eran como cinco, pero con el correr de la noche eran más, y con eso, se hacían notar. Cada vez más y más. Se sacaban fotos con cada grupo de chicas borrachas que pasaban, bailaban (muy mal) todas las canciones, saltaban.

Realmente nos caían mal. Porque cuando uno esta sobrio, le irrita tanta euforia junta, sin pensar que es cuestión de trasladarse a una noche atrás, para ver que pudimos estar en el mismo estado.

Peor aun, cuando nos notaron, se nos acercaron a “hablar”. Pero hubo un impedimento: el idioma. Automáticamente me dejaron de caer mal. Si hay algo que me gusta, es socializar con gente de otros países, aprender de nuevas culturas y enseñarles acerca de la mía. Me parece sumamente interesante y divertido.

Eran cuatro o cinco los chicos que se arrimaron a hablarnos. Nos comentaron que eran de Israel, y como obviamente ninguna manejaba el idioma hebreo, tuvimos que manejarnos en ingles. Mis amigas, lamentablemente, no cazaban una palabra. Así que me tuve que encargar de ser la traductora de tres conversaciones diferentes y simultaneas!!! Por suerte apareció un chico que nadie conocía, que también le gustaba socializar con extranjeros, y tenia mucho mejor nivel de ingles que yo, así que me ahorro un arduo trabajo.

Yo estaba enganchadísima hablando. Pero notaba que había un chico de todos esos, que no había emitido una palabra. Era el que me había estado mirando fijamente desde que se nos acercaron. Juro que me flechó, no pude emitir una palabra coherente desde que note sus ojos clavados en los míos. No fue cuestión de minutos, que el muchacho en cuestión, sin emitir sonido, me hace un gesto, para que nos corramos de la ronda para otro lado.

Y ahí fue cuando pensé, esta es la mía. Que desafío se viene… CHAMUYAR EN OTRO IDIOMA!